lunes, 14 de marzo de 2011

anyone real?

puertas que dan a nada y nadie cruza. Paz

Un día se dio cuenta de que, al margen de su huida hacia los bordes de la hoja, todas sus palabras terminaban siendo Hélène. Levantó la mirada y se hizo claro que en realidad todo le era Hélène y, en el fondo, todos le eran Hélène. Una jaula, peor, dos jaulas, peor aún, las puertas abiertas de dos jaulas una enfrente a otra, y los pájaros mirándose sin saber qué carajo hacer, quién les dará de comer si se separan. Pero los pájaros, en su conciencia leve, saben que aquello que los terminará empujando hacia delante será precisamente su renuncia a avanzar.

(En un papelito abandonado al lado de la cama encuentra la frase “Alguien en mí está esperando que vuelvas.” Hace un avioncito, lo tira y se va a la playa a despejar pues será una l a r g a y lamentable espera. Hace días que llueve non stop y el agua lo agarra a latigazos sentado en un montecito de arena postiza, mojada, pensando. Cada tanto abre una página disfrazada de espejo y reconoce algo que creía suyo solamente pero que también resulta ser de otro, y este otro incluso se ha tomado el trabajo de darle un nombre. Instantáneamente entiende el papelito: él no escribe, son las palabras que lo descubren. Mar, playa, arena (postiza). Piensa en el hoy como si fuera el mañana de ayer y así descongela el tiempo, lo dilata. Ensaya pensamientos. Ensaya dolores voluntarios. Pero está demasiado lejos de todo en ese silencio insoportable y al cabo de un rato se aburre - además deja de llover y amanece - se va. Justo mientras se aleja, el mar empieza a devolverle sus pájaros en pedazos. Podría verlos, podría llorar. Podría pudrirse en el poder, pero ya está demasiado lejos para ver. Vuelve a casa, vuelve a Helène, vuelve.)

Pero durante la noche la inventó con tanta entrega y devoción
que cuando volvió a abrazarla su cuerpo estaba frío.