miércoles, 9 de marzo de 2011

el herror II

e nessuno ama e nessuno ama e nessuno odia abbastanza. Massimo Volume

En una época pasada hubiera podido romper todos los parabrisas de todos los autos aparcados en todas las calles que atravesaba en su camino hacia casa. Pero cierra la puerta y le falta rabia, porque sabe (y acepta) que de ahora en más solo sería repetición o sombra de lo que ha sido (lo más absurdo es que lo acepta). ¿Es esta resignación lo que llaman madurez? Vaya cambio. Extraña la perdida de control y los deseos que carbonizan, ni le importa amar u odiar sino hacerlo rabiosamente, perdiéndose, aceptando las delicadas formas del caos y la violencia, alejando el vacío sideral que se amplia un poco más cada vez que una nueva puerta se cierra a sus espaldas.