lunes, 14 de febrero de 2011

cada vez iré sintiendo menos y recordando más

En esta hora de la noche de nuestro día, la consistencia de los pensamientos es un aire sin memoria (todavía). Todo adquiere un peso específico irreal, se detiene, se retroalimenta, se ilumina. En nuestra producción presente de futuros recuerdos, a veces haremos todo lo que podamos para no almacenar ninguno, viviremos como los gatos y la nieve, sin registros, sin preguntas, en nuestro eterno ahora, en nuestra inmóvil caída. Pero luego intentaremos reconstruir Los Discursos y solo habrán quedado flashes irreconocibles y algunas frases, partes de otros puzzles que haremos encajar aunque no encajen, fabricaremos monstruos con nuestro cansancio eterno, iremos hiriendo sintaxis, nos olvidaremos de cualquier forma de belleza. Por un momento nos detendremos, callaremos, pero las palabras aflorarán en cada omisión, saldrán puntiagudas y clavarán nuestras sombras en las baldosas de febrero, como gotas de otra lluvia innombrable en un mes que nunca se declina. Construiremos mentiras, más mentiras para liberarnos, y las mentiras serán actos creativos, sensoriales, arquitecturas de otros mundos que habitaremos como narraciones, serán un relato mejor que este, planetas postizos con una gravedad diferente, sin centros, sin bordes, sin sombras, o con sus centros y bordes y sombras en todas partes, con su gravedad vertical, definitiva.