domingo, 9 de enero de 2011

Ahora ¿qué?

Ahora que las calles se llenan de pinos aturdidos, ahora que el mar se lleva esa playa artificial, ahora que es invierno – todavía invierno - y vas pisando baldosas flojas y hojas secas bajo un sol inconsistente, ahora que habrá que pactar eclipses para desencontrarnos, ahora que - está clarísimo - ya no hay complementariedad entre consanguíneos,

ahora sé que para obtener lo que querés es preciso tomar una distancia que equivale a dejar de querer del todo, es decir, tu impulso te lleva a apretar más y más y esa manera – el miedo – es la línea recta hacia el acantilado, y tenés que perder todo varias veces para entenderlo (saberlo no es entenderlo.) Una paradoja mezquina o una putada razonable, o tal vez un criterio de estomago y objetos voladores, y sin embargo hubo un artista (en realidad hubo dos) que fabricó una morcilla con su propia sangre y se la comió. Antes sabía lo que era. Después lo ha entendido.

Lo más jodido es que no podés fingir que no te importe – no funciona así, uno se vuelve muy obvio cuando tiene alas postizas y anda por la vida como si nada – tenés que llegar a esa forma de distancia sideral de verdad, es decir vos mismo lo tenés que creer, sentir, poner una barrera de aire en el medio y seguir mirando lo que pasa en ambos lados, seguro de ti mismo como un perro o un buzón. Ma io non ho speranza. Io ho fede, ipse dixit (y la diferencia es sutil pero tampoco tanto.)

y en el fondo me consola saber que podemos decir/escribir cualquier cosa, total el otro va a retener solo lo que quiera entender, el resto le desfilará al costado como una parada o un delirio, sin que se percate – proust lo dijo bien, nous perdons un temps précieux sur une piste absurde et nous passons sans le soupçonner à coté du vrai.

cada explicación que das es solo para vos - en cada explicación una disculpa - y habrá que seguir mudando arenas y produciendo kilómetros de playa artificial que el mar seguirá devorando, habrá que seguir sembrando pinos que tardarán meses en crecer, que usaremos dos semanas y tiraremos, y seguirá el invierno – ¿todavía invierno? - caerán más hojas, algunas caerán verdes, luego devendrán marrones, y por algo nos preguntaremos en qué matiz entre esos dos colores ese pequeño cuerpo alcanzará su muerte – su verdadera caída.