viernes, 7 de enero de 2011

los matices furiosos

Vos, yo. Otra vez este sexo de microbios y miradas detenidas, este calor de microondas, algo que hierve en diez segundos – hierve – y recobra su temperatura natural en menos tiempo.

Siamo nuvole seriali, decías. Pero ¿qué significa?

Como no entiendo nada, haré lo de siempre: escogeré la explicación que me hace sentir mejor. O tal vez seguiré tu ejemplo, buscaré mis respuestas en el techo telescópico – no importa si habrá estrellas u ovnis – les pediré mis deseos cuando encuentre una manera de formularlos - no pasa nada. No pasa nada – entonces me daré cuenta de que con vos funciona porque sos lo más fugaz de todo, ahí arriba. Las cometas te pedirán sus deseos a vos, que andás moviéndote como mercurio desparramado por el piso – rápido, furioso, caótico, multidireccional, rumbo a todo o a nada, o a ese misterioso lugar donde el todo y la nada coinciden y lo hacen delante nuestros ojos, los muy hijos de puta, total saben que hemos elegido no mirar y entonces no veremos.

(miraremos cuando estemos listos y lo habremos perdido para siempre.)

Es que las cosas cambian con una velocidad tal que a veces me parece más honesto sentarse a observar en vez de caminar o mover objetos

y sin embargo para verte como yo quería fue necesario empezar por cerrar los ojos

Querida catástrofe

Será como mirar un barrilete o una llama, tanta silenciosa reivindicación de libertad en ese movimiento de meteoro, los matices furiosos y tus límites imposibles, las negras estaciones, y sin embargo (siento que) anoche el desierto ha avanzado unos metros más.

El problema es que querés creer en tu autarquía sabiendo desde el vamos que te estás equivocando, y al contrario deberías estar muy seguro de tu error – de tu explicación – para que el hechizo funcione.

Vení a ver este panorama de pesadillas en stop-motion

las nubes violetas de la planta nuclear ahí al fondo

y esos edificios recién levantados

que cubren las albas

que imaginaremos