viernes, 14 de enero de 2011

quiero ser mortal (pero quiero una mortalidad pulp)

Tuve mucho miedo a la muerte
(tal vez miedo no sea la palabra).

Salía de casa con una hipocondría lisérgica y en cada esquina de la ciudad veía potenciales formas de morir, enormes grietas abriéndose al vacío puntiagudo, objetos voladores precipitando por un aire sin ventanas, vehículos (todos) atropellándome (siempre) o perros mordiéndome los huesos y ratones emergiendo de las profundidades de ese lago podrido solo para rasguñarme la cara y hacerme pedazos. Hasta gli spaghetti eran un drama -soy incapaz de manejar decentemente un tenedor- y terminaba metiéndomelo en un ojo con furor, rallandome una mano con el parmesano o apretando la copa de tinto hasta estallarla entre mis dedos.

Non fate quelle facce per favore,
uno se cría en la ciudad de la niebla (de verdad)
y cuando el invierno son dos estaciones de aire blanco
hasta tus pensamientos son del mismo material del cielo de diciembre

Entonces me puse a pensar

La inmortalidad debe ser otra cosa que todos queremos porque nadie tiene - como los superpoderes - y que si las tuviéramos pensaríamos
qué embole, che
no poder elegir prever solo los números de la lotería
o saber que nada de todo esto acabará nunca
(hasta las palabras se volverían de plomo)

habrá que enterrar a todos los conocidos, y siempre habrá más gente para conocer y enterrar, los conocidos-para-enterrar devendrán una fuente inagotable y en algún momento tal vez nos solucionen el problema de la extinción del petróleo, darledecomeralputocoche si por décadas nos ha dado paja ir caminando hasta el super a la vuelta de casa
y pronto habrá que sacar el agua a baldes de la Venecia inundada o ir construyendo pasillos cada vez más altos en la Venecia sumergida hasta ponernos máscaras e ir a hacer buceo en la Venecia Atlántida
o inventar religiones que prometan algún punto a todo este fraseo.

Ahora, ¿quien quiere la inmortalidad?

Técnicamente ya tenemos una inmortalidad latente. Pongamos en fila todos los pasos inútiles que dimos, et voilà un stop motion de algo que – d’accordo - no es la nada absoluta pero se le acerca bastante, un hueco de tiempo para vivir otra vida – otra fabrica de pasos inútiles - para volver a empezar una y otra vez porque siempre habrá más minutos muertos para limosnear de la vida anterior y rebobinar cintas hasta sentir que algo se acaba y ya no es el tiempo, sos vos mismo que te agotaste en el loop, y descubrís que el infinito es bello en el arte y la matemática, pero que en realidad es demasiado tiempo, too much espacio para esta cabeza y este cuerpojaula, más vale esperar sacar el enchufe y, mientras tanto,
hacer como recomienda Jarmusch

ir siendo

ir vibrando

ir jugando

ir comiendo, ir follando, ir muriendo.