martes, 11 de enero de 2011

la suma cero

pic/obra de
Juan Arturo Piedrahita













The sun was tired, some of the cars went east and some of the cars went west, and it drawned on me that if everybody would only drive in the same direction everything would be solved. Bukowski


No somos una narración lineal - somos un giro egocéntrico
entonces ¿por qué esta sensación de centrífuga, estos huesos rotos?
Tal vez no haya deriva, tan solo un delicado empuje hacia el centro y – al margen – nosotros, gli eterni insofferenti, agitándonos contra cualquier equilibrio. (Tendremos la impresión de estar combatiendo el desequilibrio, y sin embargo.)

Si tengo un respetuoso miedo a mis dudas es porque ciertas respuestas me aniquilan. Diré “indecible” y responderás “obsoleto!”
pero luego no agregarás más nada
entonces me quedaré pensando

si lo indecible es obsoleto, ¿por qué callarse?
si lo indecible es obsoleto, no entiendo tanto silencio.

Luego se me ocurrirá que con esta duda te estoy dando la razón: si voy a defender el valor de lo indecible, más vale que me calle un poco yo también. Ay… me dirás de nuevo, esta obstinación de querer poner en palabras aquello que de las palabras huye y terminar estropeando todo el resto
lo que sí está al alcance de la mano
¿será por esto que da tanta pereza agarrarlo?

Si al ponerlo en palabras se vuelve (mi) verdad, hay que reconocer que no tengo mucha claridad para repartir, más bien una duda enorme y muda
pero algo habrá que decir
entonces diré cualquier cosa se me ocurra y la colocaré más cerca de un extremo, diré blanco solo para provocar un poco tu respuesta – tu respuesta será negro y entonces empezaré a dudar de los límites, tendré la sospecha de que no haya riberas, tan solo matices inexpresables y nuestro perpetuo movimiento que es un intento, un invento, uno de esos polígonos interminables que los insectos descubren en su volar
y lástima que haya un orden hasta ahí
ahí donde todo parece un hermoso delirio, todavía.

En este espacio, el de las posibilidades que no se alcanzan con estas herramientas - la piel, la cabeza, el estomago, el útero, sobre todo el útero - en este reino de la inquietud que no se resuelve, en esas formas imposibles que el cuerpo no puede dibujar, ahí es donde está la belleza, y si me llegas a decir que también es obsoleta, entenderé la razón de tanta ausencia.

Habrá otro enfrentamiento entre límites sin contacto, habrá
otras preguntas y esa obscena hostilidad nadando entre mis ojos y tus ojos, la sensación de que estén-pasando-cosas (¿ves? ¿como hablaré de algo si soy victima de la cosidad?) habrá movimientos, traslaciones, una cercanía desactivada o una pose manifiesta – será este, ¿el momento de ficción? –
algo que acontece y no debería
o que no acontece y debería
y la sospecha de que todo no sea más que una colmena de ceros imperceptibles, mi voz que no me escucha cuando hablo y esa oscuridad de lentejuelas, esas fosforescencias que intentan sacudirme sin que me percate, que rozan mi piel y no la tocan
y lo más absurdo es que si logro esquivarlas es porque no lo intento
esta vez no hizo falta elegir no mirar – no las llamaré señales, y sin embargo – y sin embargo no estoy viendo

es más una
intuición o un espejismo, una presencia
te das vuelta y miras atrás, abajo de las camas, en los roperos
y no habrá nadie – claro que no hay nadie, pensarás – pero será después de haber mirado y acertado – tu misma acción lo ha vuelto verosímil, es decir, en tu gesto está la admisión de una carencia
la continua evidencia de la falta
y ¿como es que coexisten?
¿habrá que tomar una decisión?
¿inventaremos explicaciones plausibles?
y en cada intento hablará el deseo
nuestra replica al vacío aunque nos encante caminar midiendo bordes
será como estar siempre en el mismo cuarto
y cada tanto correr muebles para creer que estás en otro
o pintar paredes hasta percibir que algo reacciona, que algo se aclara
y poner más capas de blanco
más capas de negro
sobre más capas de blanco
y más capas de negro hasta olvidar el encierro
y sin embargo un día notarás las grietas, recobrarás el olvido
sabrás que no te has movido