lunes, 24 de enero de 2011

Arde el ayer, el hoy se quema y el mañana.

Arde el ayer, el hoy se quema y el mañana.

Cuando la puntuación es en sí una metáfora, qué más da la retórica? Con ese punto me enamoraste Octavio, de verdad, quiero abrazarlo y absorberlo y asimilarlo y agotarlo y abandonarlo y pisarlo y pasar al otro lado – porque un poco te conozco y entreveo un paso, o al menos el dibujo de una puerta en la pared, puertas que dan a nada y nadie cruza responderás, pero pocos (buenos) escritores te encierran sin promesas, un otro-lado, un más-allá entre tantas grietas y ladrillos. La morelliana decía “Le gustaría dibujar ciertas ideas, pero es incapaz de hacerlo. Proyecta uno de sus muchos finales de su libro inconcluso, y deja una maqueta. La página contiene una sola frase:“En el fondo sabía que no se puede ir más allá porque no lo hay.” La frase se repite a lo largo de toda la página, dando la impresión de un muro, de un impedimento. No hay puntos ni comas ni márgenes. De hecho un muro de palabras ilustrando el sentido de la frase, el choque contra una barrera detrás de la cual no hay nada. Pero hacia abajo y a la derecha, en una de las frases falta la palabra lo. Un ojo sensible descubre el hueco entre los ladrillos, la luz que pasa."